Tras casi un mes sin publicar (cómo se nota la apatía por la situación tan extraña que estamos viviendo), vuelvo con una foto y una bonita historia. Y es que hace poco más de una semana, mi hermana me pidió el siguiente favor, que hiciera un reflejo "de ésos míos" de las Torres de Colón, emblemático edificio proyectado por el estudio de Antonio Lamela, cuya construcción comenzó a finales de 1968, y que supusieron un hito en el panorama arquitectónico español porque fue el primer edificio construido de "arriba a abajo".
El caso es que el equipo de arquitectos que trabajó en la reforma de las mismas, entre las que está mi hermana, quiere tener un detalle con el hijo del autor, Carlos Lamela, por el próximo aniversario de las Torres, y a mi hermana se le ocurrió que una foto mía podría ser parte de ese detalle. Así que el sábado por la mañana, antes de subir a comer a la sierra con la familia, me acerqué a la Plaza de Colón, a ver si salía algo "decente". Tenía sólo media hora. Di vueltas al edificio, busqué charcos, hice fotos, todas muy malas. Cuando ya me iba desanimado, sin nada que mereciese la pena, vi un charco junto al Museo de Cera, frente a las Torres. Era perfecto, por tamaño, textura. Me agaché, abrí el Modo Pro de mi Huawei P40 Pro+, activé la lente ultra gran angular (equivalente a un 18 mm), puse el enfoque en "manual" para que el móvil no enfocara la textura metálica del suelo y dejara desenfocadas las Torres, y me puse a hacer fotos. El día era muy gris, necesitaba algo de color. Al final tuve mi recompensa. Pasó una mujer con un paraguas verde, justo el toque de color que necesitaba. Os dejo aquí la foto.
Sólo espero que la foto llegue a formar parte de ese detalle planeado, y que guste. Ojalá el veredicto llegue a mis oídos.
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