Como este confinamiento se alargue mucho, no sé si seré capaz de continuar con el diario. Hay días, como hoy, en que no ocurre nada especial. Y si ocurre, no es digno de ser destacado en estas líneas. ¿Interesa que cuente que he bajado a comprar silicona? Me temo que no.
Y es que no ha ocurrido nada espacial. Los días empiezan a ser demasiado iguales. Ocurren las mismas cosas en casa: Mafe trabaja, Candela estudia, Daniela se entretiene dibujando o viendo dibujos, yo miro instagram, bajo a algún recado, si hay que hacerlo, comemos, bañamos a Daniela, esperamos que sea de noche para hablar con Martina, etc, etc.
Lo que me gustaría destacar hoy es que probablemente la persona de casa que más disfruta el aplauso de las 20 horas sea Daniela. Sale bien abrigada, no podemos permitirnos que se ponga mala, a ver quién es el guapo que va a una urgencia pediátrica ahora. Aplaude, cambia de balcón en función de dónde estemos el restos de miembros de la familia y, lo que más gracias me hace, saluda a la gente que está en los balcones, o que pasa por la calle, y les dice a aquellos que no aplauden, que tienen que hacerlo. La gente le sonríe, y le hace caso.
La foto que hoy publico está calentita. Es de hace poco más de media hora.
Un días más confinados, un día menos para que esto acabe. #YoMeQuedoEnCasa.
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