Empezamos a estar ya hartos. Estoy harto. Esta segunda semana de confinamiento obligatorio que hoy termina ha sido bastante más dura que la primera. Si este ritmo sigue así, prefiero no pensar cómo estaré el 11 de abril, día en el que teóricamente va a terminar la cuarentena, y por supuesto, no quiero ni imaginar cómo estaremos si se prolonga...
Ayer se estropeó la caldera. Bueno, "estropearse" no es exactamente la palabra. Funciona. El problema es que ha perdido toda la presión. Ví que el manómetro había descendido hasta 0. Abrí la llave de paso y rellené la caldera. Después de una hora, volvía a estar a 0. En estas condiciones, mejor no poner la calefacción. Afortunadamente, tenemos agua caliente. Hoy se nos ha estropeado el lavaplatos. Los técnicos que arreglarían ambos electrodomésticos no realizan actividades de las que el Gobierno califica como "esenciales". Así que me temo que no podremos llamar a los respectivos servicios técnicos hasta, como pronto, el 10 de abril. Mala suerte, aunque imagino que podemos considerarnos afortunados, habrá gente en peores circunstancias que nosotros.
Mi hija Daniela, con cuatro años, es una auténtica artista. Me recuerda a las dos mayores con su edad. Le encanta dibujar. Vi que había dibujado flores en las hojas que le voy dando para que se entretenga, y le propuse hacer un jardÍn de flores y ponerlas en la pared, como si fuera un paisaje. La idea de dibujar la casa fue suya. La foto que ilustra este post la hice a las 12:28 horas. A las diez de la noche, teníamos muchas más pegadas en la pared.
Un días más confinados, un día menos para que esto acabe. #YoMeQuedoEnCasa.
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